martes, 7 de abril de 2009

tardecita

Estoy -como todas las tardecitas que disfruto lentamente- tomando un té con leche y galletas de animalito. Me encanta remojar las patas de los caballos (perros, girafas, cochinos o lo que sea que signifique una forma con tres pequeñas bolas sobresalientes, que se acerca más a una E gorda que a un mamífero); hacer las E's saltar de un saquito de té al otro (uso dos bolsitas por taza); llevarlas a mi boca y jalar aire a través de su porosa consistencia, que se expandan ligeramente con la humedad y luego se terminen de deshacer en mi boca. Y el té sigue bajando y las galletas desapareciendo, o más bien convirtiéndose en parte de mí, mientras veo como las casitas del cerro de enfrente van tornándose todas en un violeta claro y luego oscuro, hasta que desaparecen y en su lugar aparecen lucesitas -mis consentidas- amarillas, blancas y verdosas...y una que otra roja.

Es una maravilla.

2 comentarios:

Ana dijo...

=)

Margarita dijo...

Comparto el gusto por el té y por la harina aunque las galletas de animalito no son suficientes para mi lombriz que reclama algo más elaborado, con chocolate si es posible.