miércoles, 2 de julio de 2008

de la semana

Todos los lunes me voy a la escuela en auto, porque entro a las 7:30, porque tengo material que transportar y porque, básicamente, es lunes y suficiente presión psicológica resulta pararse antes de las 5 AM después de un apacible domingo, como para andarme colgando de un microbus antes del amanecer.
Dos meses tiene que abandoné a Francis, el amor de mi vida, por el Chevicín de Ana. Todo para que no se quede ahí estacionado, en lo que ella regresa de las Europas. No obstante, este domingo me sentí tan solitaria que decidí volver a los brazos de mi amado auto con nombre de travesti.
Ahí tienen Chucho cruzando el periférico a deshoras de la mañana. Ahí va Chucho estacionándose frente al Sor Juana. Ahí está Chucho volviendo de trabajar, trabada en un coraje que no superó hasta el martes siguiente debido a la falta de organización de sus superiores. Chuy dando vuelta en Marina Nacional. Chuy girando bruscamente su cara hacia la ventanilla cuando un poli toca el vidrio y le dice "señorita, por favor su talón de la verificación".
Y en eso que recuerdo que hace un mes que Francis tenía que verificarse. Y que mi placa es terminación 00. Y que ese día era lunes y 00 no circula. Y que en mi bolsa portaba valientemente un total de $22.50 en monedas de a peso y cincuenta centavos. Y que no llevaba mi licencia porque concidió que ese día había cambiado de bolsa y olvidado mi licencia y mi credencial del block en aquella otra sobre mi cama.
Terror y pánico cundió dentro de aquel pobre vehículo que ilegalmente circulaba feliz e irresponsablemente por el DF.

Yo me hice la desentendida, le dije al poli que yo no sabía, que el coche no era mío, que era de mi hermana, que la verificación le tocaba hasta julio (oséase hasta un día después), que apenas estaba aprendiendo a manejar...
El poli me dijo que no importaba, que no saber es igualmente irresponsable, que corralón y multa de 20 salarios mínimos.
Le dije al poli con cara de perrito huérfano en caja de cartón: poli, y ¿cuánto es eso?
El poli me dijo: mil y tantos pesos.
Yo: Pooooli, pero (quebróseme la voz) no es ni lo que gano (mentira rotunda)
Poli: pos de que trabaja.
Yo: de maestra de artíiiisticas (quebróseme en la ii la voz, de nuevo) en una se-cun-da-ria
Poli: y dónde trabaja
Yo: en la condesa
Poli: ¡Corralón!
Yo: ¿Y si no puedo pagar la multa?
P: Pues el corralón le retiene el vehículo.
Y: ¿Para siempre???!!
No poli, no es posible, ustedes se aprovechan de mi porque me ven joven, con mi cara de niña. A ver, por qué no han parado a mi papá con este mismo coche.
P: No señorita, así son las reglas. Su licencia.
Y: ¡NO! Poliiiiiii, nooooo, aquí traigo mi licencia (mentira), pero NO SE LA VOY A DAAAAAR. Yo de este auto no me muevo, no me puedo ir sin este auto, porque no es mío, no puedo llegar así a mi casa, no sé ni cómo llegar de aquí a mi casa. No sé comoooooooooo.
P: pos en donde vive.
Y: hasta Atizapaaaaaaaaaaaaaaaaán.
P: ¿y hasta acá trabaja?
Y: Síiii....Y ni siquiera puedo arreglarme con usted porque mire mi bolsaaaaaaaaa. Mireeeeeeeeeee. Traigo nomás veinte pesooooooooooooooos (verdad). No es que yo apoye la corrupción, pero mireeeeeeeeee. Dígame qué hago pero no me puedo ir al corralooooooooooooooooon. Qué hago, quéeeee.
P: (típico) pues si quiere, pa que no se vaya al corralón la acompañamos mi pareja y yo a un cajero para que saque lo de la multa y ya nos lo da a nosotros.
(Mendigo mordelón infame).
Y: Poliiiiii, pero es que ni en mi tarjeta tengo dinero. Tengo 4 pesos, cuatrooooo, si quiere vamos y checa si no me cree. Es que no me han pagado todavía. (Y que empiezo a llorar a moco tendido, actuación por la que me otorgo a mí misma un globo de oro, quiero agradecer a televisa y a sus telenovelas que me formaron durante mi adolescencia y a mis padres que siempre creyeron en mi talento).

¿Y qué creen?
Que el Poli (ahora sí con mayúscula) me deja ir.
Y que le regalo unos chicles trident que traía, para agradecerle su gesto.
Uff.




Nota: ¿Tendría razón Juanito Escarchas cuando dijo, ese domingo día del padre, que ella no creía en "acabar" con la corrupción porque aquello era imposible: la corrupción Es un sistema. Es nuestro sistema y funciona?
Vaya.
Si esto es cierto entonces sólo hay que asegurarse que funcione a favor de uno y no del prójimo.

No me siento orgullosa de engañar al poli, me siento orgullosa de mi actuación y de mi esfuerzo por desarrollar ficciones de una u otra forma en mi vida real. Recordé aquel cuento de Borges de Emma Zunz, donde la historia era cierta, sólo eran falsas las circunstancias...

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